La institución dejó de funcionar en 1986. Ahora, con acompañamiento del municipio de Baigorria, hijos y nietos de los precursores vuelven a hacerse cargo con la intención de rescatar los principios señeros que lo vieron constituirse a finales de la década del 50
Son hijos y nietos de aquellos precursores que en 1958 se juntaron en una casa para fundar un club, y que pudieron sostener el sueño hasta 1986. Buscaron la manera de reflotar aquella iniciativa y, con apoyo del municipio, recuperaron la personería y ahora volverán a administrar los dos terrenos que llegaron a adquirirse, 590 metros cuadrados que durante 37 años fueron celosamente cuidados por los mismos vecinos. El Club Los Naranjos de Granadero Baigorria volvió a nacer, con una nueva comisión directiva y la intención de rescatar los principios señeros que lo vieron constituirse.
Los Naranjos es un barrio ubicado en el sudoeste de Granadero Baigorria, lindante al norte con la Ciudad Deportiva de Rosario Central, al sur con el Parque Acceso Sur.
Es un barrio de casas bajas de clase media, y se extiende desde la ruta 11 hasta el río, donde se levanta un caserío de pescadores. Varias de sus calles tienen nombres de árboles, como Los Aromos. En esta arteria, a la altura del 457, hay un tapial y una pequeña puerta con tejido metálico que da a un terreno.
Es nada más ni nada menos que el ingreso institucional a lo que fuera el club Los Naranjos, que tiene otro terreno más con salida acalle San Jorge, paralela a la anterior. Ambas parcelas son propiedad de la institución, que ahora podrá ocuparlas nuevamente y ponerlas a disposición de los socios y la comunidad.
Fieles a principios
La noche del 4 de septiembre de 1958, quince vecinos del barrio se reunieron en el bar Los Naranjos, propiedad de Antonio Tollardo. El encuentro se formalizaba con «el fin e inquietud de llevar a la práctica el anhelo de formalizar la creación de un club social y deportivo, a los efectos de que sirva de diversión y expansión espiritual a toda persona de sana moral que comulgue con los principios enunciados precedentemente». Así se lee en el acta fundacional que se firmó ese día.
La «comisión provisoria», que sería la encargada de «requerir fondos económicos, preparar los estatutos y reglamentación general», estuvo presidida por Juan José Sanguinetti. Nacía el club. Los Naranjos llegó a levantar un salón social, que más tarde sería demolido, erigió una estructura de hierro que no se llegó a techar pero sí se le construyó una losa, con la intención de hacer un gimnasio, más tres baños que se conservan pero que deberían ser restaurados.
Allí no solamente había encuentros, sino que se celebraban los 25 de Mayo, y el lugar se volvió referencial para pelear por mejoras para el barrio, ya que funcionaba como una vecinal. Pero funcionó hasta 1986, año en que se firmó por última vez el libro de actas. Después entró en la acefalía y comenzó a formar parte de la historia del barrio durante varias décadas.
Acompañamiento institucional
Desde la gestión de Adrián Maglia, el municipio de Granadero Baigorria viene haciendo un trabajo de acompañamiento de las instituciones, a las que asesora para recuperar sus personerías y con las que colabora en el complejo entramado burocrático que les permita recuperar la institucionalidad plena. Para eso, entre otros objetivos, encomendó a Valeria Pérez la coordinación municipal de Relaciones Institucionales. Los descendientes de aquellos precursores de 1958 se acercaron a asesorarse y comenzaron el proceso para reabrir el club.
“Fueron meses de charlas, trabajo y asesoramiento con el área de Relaciones Institucionales para llegar a la normalización de la documentación de nuestra institución”, dijeron los responsables e invitaron a la comunidad a sumarse al reinicio del club.
Mauro Tollardo, uno de los referentes del grupo, contó que hasta ahora lo que se está haciendo es sólo trabajo de reacondicionamiento, a la espera de poder «todos los papeles en regla», lograr la personería y comenzar con la reorganización institucional.
En diálogo con La Capital, Valeria Pérez recordó que estos descendientes se acercaron para comenzar la reorganización. «Los vecinos se empezaron a juntar, a rescatar fotos de la época, anécdotas y vivencias que recogieron de aquellos pioneros, y quieren reflotar la experiencia», contó la funcionaría, que también es del barrio. Y explicó que para esto cuentan con el capital de los terrenos, que suman 590 metros cuadrados. «Ahora tenemos la posibilidad de facilitarles un montón de cosas, llevar la documentación, decirles lo que tienen que ir haciendo para volver a la vida institucional».
Los que están más comprometidos con la normalización son unos cinco o seis entusiastas. Pero a la hora de colaborar para reacondicionar el terreno se anotaron más de 20. Y comenzaron nomás con los trabajos.
«Estamos conectados de manera permanente y pasan a convertirse en referencia para la comunidad, que no tiene vecinal. Es como que todo el barrio se volcaba siempre al club, que se convirtió en la institución referencial para los habitantes», contó Pérez. Y enfatizó: «Para esto el municipio tuvo que ir respondiendo también».
Tollardo, por su parte, comentó: «Lo primero que hay que hacer es conectarle los servicios, hay una construcción de baños antiguos, hay que reciclarlos para ponerlos en condiciones, y techar el gimnasio. Eso por lo menos. El municipio ofreció profesionales para que vengan a dar clases de zumba, baile, patín, gimnasia. Pero tenemos que tener un lugar apropiado, y sobre todo avanzar con todo lo legal».
Nueva etapa
El club nunca perdió su personería jurídica, lo que hace la nueva comisión es recuperarla. Los terrenos siempre fueron del club. Y la coordinadora de Relaciones Institucionales rescata algo que fue clave para que todo se pudiera conservar: «Los vecinos cuidaron los terrenos, no permitían que se hicieran quintas u otros emprendimientos, ni mucho menos usurpaciones. Mantuvieron el lugar para que no fuera de nadie más que del club», recordó.
Ahora la institución tiene por delante el trabajo de reacondicionar lo que hay construido, terminar el gimnasio, y comenzar a realizar actividades, encuentros sociales, para que el club vuelva a ser un lugar de referencia.
Por lo demás, un dato curioso agrega más condimento a este traspaso generacional que tuvo el club, que ahora se plasma en esta nueva etapa de recuperación: el presidente de la futura Comisión Directiva será el mismo Mauro Tollardo, nada menos que el nieto de don Antonio, el dueño del bar donde aquellos primeros quince precursores se juntaron ese 4 de septiembre de 1958 para fundar «Los Naranjos».
*Artículo de Marcelo Castaños, publicado en el diario La Capital
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